EDICIONES ORLANDO

EDICIONES ORLANDO
UNA EDITORIAL DIFERENTE

sábado, 26 de marzo de 2016

La Poesía se Sienta a Tomar Café en un Jardín de Juan Polizzi, por la Poeta Mío Araujo


Por Mío Araujo

            Conservando los cuidados que demanda el ritual de leer, preparo el café. Dejo la pista de humo hacia mi escritorio y al abrir el texto de Polizzi, salen eyectados versos de todos los colores, de diversas hojas, pétalos, cortezas. Una fauna de plurales especies camina, se desliza, ondula vuela y en la oficina el perfume del café inicia una danza ancestral con la fragancia a tierra recién bañada, a higos maduros y geranios dormidos:
Busco afanoso un no sé qué
para plantar en el jardín
entre la higuera y los geranios.

            El libro de Polizzi nos invita a leer primero una poesía cargada de jardín. El palto, el geranio, la tierra el gusano, el pájaro la pueblan y nos ofrecen sus sonidos y oficios. El cuadro temático en su lírica es amplio. Aborda los temas del amor y la muerte de una forma sutil, delicada en un portavoz masculino que se sabe de bien, tal como lo manifiesta en Autorretrato:
Soy el hombre fantástico
el que comulga los domingos
se peina, usa ternos y
comparte con el prójimo.

            El tema de la muerte se circunscribe a la reverencia de los antepasados, al reconocimiento de la identidad que se forja en la herencia y en los propios afanes de vivir, como se deja ver en Fascinación:
Yo me aferro a mis muertos
los recuerdo
los veo
y mi propia vida
da pasos al pasado
al volver por sus caminos.

            De igual manera, enmarca en el aspecto metafísico del concepto de la vida más allá de la existencia presente como lo hace en La Ciudad de Los Muertos cuando dice: “¿Será que los muertos olvidan sus vivos?” y en Preguntas:
¿Cuál es el lenguaje de los muertos?
¿Cuál es la razón de su silencio?
¿Dónde se abastecen de paciencia?
¿Estarán compartiendo mis dolores?
¿Entenderán ahora que están muertos?

            El grito de lucha que el poeta lleva siempre en su garganta, como lo hiciera Martí o Pérez Bonalde. La poesía es el vaso que contendrá su testimonio, su querella contra la injusticia, tal como lo dijese el argentino José María Memet: “yo creo que mientras subsistan las condiciones de explotación, miseria e injusticia, no solamente en nuestro país, sino también en otros países, sobre todo del tercer mundo, yo creo que un poeta no puede desligarse de eso.” Polizzi honra su estampa de poeta genuino al hacerse parte del mundo que lo rodea. Bastaría leer Presagio para atisbar su preocupación sobre el destino de su tierra, Asilo Poético, versos que desgranan su indignación frente a los vejámenes de los cuales su patria ha sido objeto.

            El manejo del lenguaje se entreteje entre símbolos y metáforas bien logradas. La serpiente encabritada en Presagio, anuncia oscuros porvenires. La presencia del árbol, la tierra, da cuentas de una poesía arraigada a los orígenes de su autor, señala el amor del escritor por el lugar que lo vio nacer. Y me quedo con el manejo alegórico del encuentro carnal bajo una lluvia de granos de trigo que nos entrega en Madreselva, poema que acopia, a mi parecer, todo el bagaje lírico de Parizzi:

El viento fue el cómplice
que levantó tu enagua
y desató los instintos
aquella tarde de flores amarillas
en las praderas junto al Andalién
y formamos la pira
donde se consumió hasta el río
y los peces gritaron demandando agua
En cama de hierbas y piedras
se entonaron nuestros himnos
huyeron asustados los zorzales
granos de trigo llovieron
sobre nuestros cuerpos
El viento fue
y ni tú ni yo
ni pensamiento alguno.
Nunca supe tu nombre
y te llamé Madreselva.

            Ahora, La Poesía y yo salimos al jardín a sentarnos en el sofá de mimbre. Nos servimos una nueva taza de café para procurarnos el deleite de leer los Cuentos y Relatos que el libro nos regala al final del día.

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Orlando Novela de Virginia Woolf




Nacido en la Inglaterra del siglo XVI, Orlando pertenece a una familia noble, cuya posición privilegiada le permite codearse con la realeza. Su juventud consigue ganarse los afectos de la anciana reina Isabel, quien lo cubre de honores y privilegios. Tras el fallecimiento de la reina, Orlando conoce a la princesa Sasha en la coronación del nuevo monarca. Emparentada con el embajador ruso, su breve estancia en el país es suficiente para marcar la primera experiencia amorosa en la vida de Orlando. También se convierte en su primera decepción, cuando cree vislumbrar a su princesa en manos de otro hombre. Sasha consigue convencerlo de lo contrario y acuerdan huir juntos dándose cita en cierta taberna a la medianoche, pero Sasha no acude a la cita. 

Orlando se retira a su casa de campo, donde duerme siete días de corrido. Encuentra refugio en la soledad, en los libros y en la escritura de poemas y romances. Admirador de la obra de Nick Greene, un famoso poeta de la época, decide invitarlo a pasar unos días en su residencia. Orlando disfruta la compañía de su invitado, aún cuando éste se queja amargamente de su pobre estado de salud y de asegurar que la poesía ha muerto en Inglaterra. Greene acorta súbitamente su estancia, asegurando que no ha podido dormir a causa del silencio que reina en la casa. Orlando accede otorgarle una pensión -tema que el mismo Greene ha insinuado en sus conversaciones previas- a cambio de su opinión sobre “la muerte de Hércules”, una de sus obras. Greene aprovecha la experiencia para escribir un nuevo poema, satirizando a su anfitrión con pormenores que lo identifican fácilmente, incluyendo algunos pasajes de “la muerte de Hércules”, que encuentra extremadamente mundano y rimbombante. 

Tras leer el poema de Green, Orlando decide quemar su producción poética de 57 obras, conservando sólo “El Roble”. Harriet, una joven archiduquesa, muestra un sofocante interés por el joven mediante frecuentes visitas a su mansión. Orlando no encuentra otra vía de escape que solicitar al rey una comisión como embajador a Constantinopla. Allí, cae nuevamente en un profundo sueño que dura siete días. Los turcos se han levantado en contra del sultán, masacrando y torturando a los extranjeros que encuentran a su paso, pero Orlando escapa a tal suerte, gracias al profundo sopor que lo hace pasar por muerto. Al despertar, descubre que se ha transformado en mujer. Con la ayuda de una gitana, escapa de Constantinopla y empleando una perla de su collar, consigue embarcarse con rumbo a Inglaterra. 

Al llegar, se encuentra inmerso en disputas legales derivadas de la presunción de su muerte y el cambio de sexo, ambas contrarias a la posibilidad de retener sus propiedades. Al encontrarse nuevamente con la archiduquesa Harriet, descubre que en realidad es un hombre quien, enamorado de Orlando, se disfrazó de mujer, procurando así su cercanía. Harriet reinicia sus propuestas amorosas con renovado fervor. Excepto por la inversión de los roles sexuales, el cortejo resulta igualmente fastidioso. Orlando consigue despertar su indignación al hacer trampa en un juego que consiste en apostar sobre cuál terrón de azúcar se posará una mosca y de inmediato parte hacia Londres, donde frecuentará a los poetas y pensadores de la época. Su aspecto se ha estancado alrededor de los 30 años de edad, aunque han transcurrido más de 300 desde su nacimiento. Así, Orlando atestigua la niebla que se posa sobre la isla al inicio del siglo XIX, coronándola permanentemente en un clima de lluvia y humedad. 

Durante una caminata por el campo, tropieza accidentalmente y es asistida por Marmaduke Shelmerdine, un marino que sólo aguarda la llegada del viento sureste para levar anclas. Ambos entablan una relación amorosa y contraen matrimonio abruptamente cuando el viento comienza a soplar. Shelmerdine parte hacia el cabo de hornos y Orlando regresa a casa para finalizar el manuscrito de “El Roble”. Emprendiendo su primer viaje en tren, parte hacia Londres para que sea publicado y en la calle encuentra casualmente a Nick Greene, quien la invita a comer. Greene promete ayudarla y conserva el documento para encargarse de su publicación. Eventualmente, su obra le otorga cierta fama y reconocimiento a principios del siglo XX. Orlando visita el roble que solía frecuentar en sus días de juventud. Ubicado en lo alto de una colina, la vista domina varios condados, el palacio familiar y en días despejados, el estrecho de Gibraltar. Desde allí, percibe el retorno del navío en el que ha partido Shelmerdine. Es el 11 de octubre de 1928. 

Orlando es una novela con tintes autobiográficos, particularmente relativos a la relación sentimental de Virginia Woolf con Vita Sackville-West, una poetisa y novelista aristocrática que hacia finales de la década de 1920 se convirtió en su amante. La novela está dedicada a Vita y las tribulaciones legales de Orlando en relación a su herencia perdida están basadas en su experiencia, ya que las leyes de la época sólo contemplaban la primogenitura masculina. En consecuencia, Vita  no pudo conservar Knole House, una de las casas más grandes de Inglaterra con 365 habitaciones, 7 patios y 52 escaleras.  

Reseñado por Litteratum

viernes, 25 de marzo de 2016

Características de un buen poema


UN POEMA DE PESSOA/CAEIRO
por sergio gomez garcia


XIII
Leve, leve, muy leve
pasa un viento muy leve
y se va también muy leve.
Y no sé lo que pienso,
ni quiero saberlo.
(Poesía completa de Alberto Caeiro. El guardador de rebaños. DVD Ediciones. 2009. Barcelona. Pag 63).

Este poema recoge tres de las  características que, para mí, ha de tener un buen poema. Las explicaré más adelante.
¿Por qué lo he elegido? No es el más conocido de Pessoa. Quizá tampoco sea el más representativo del estilo de Alberto Caeiro, su heterónimo. Muchos de los poemas del poeta filósofo se mueven en la cadencia de la prosa más cercana al discurso filosófico que al poético. Su rasgo esencial es la simplicidad. Sin embargo, aquí se  recoge esa característica por medios antitéticos al resto. En la mayoría de ellos huye de los recursos retóricos propios del lirismo, como las repeticiones presentes en éste. Huye también de la rima que, no obstante, aquí se encuentra. Sin ir más lejos el poema XIV del libro comienza con el siguiente verso: “con las rimas no me llevo bien”. Huye de la adjetivación, que no expresaría su visión realista. Este poema se construye alrededor de un adjetivo sencillo pero lleno de misterio: leve.
Sorprende por todo esto. Por eso lo he elegido y  aunque sea estilísticamente antagónico al resto conserva el espíritu del resto del libro: la sencillez y la idea antimetafísica de que prefiere la visión del mundo al pensamiento: “pensar es estar enfermo de los ojos” (poema II). Para mí es el que mejor transporta a un lugar, a un momento, más allá de los conceptos. Consigue concretar en imagen el concepto. Uno ve como el viento pasa, lo siente, parece tenerlo en el cogote. Y lo hace de una manera sencilla, natural. Los recursos utilizados no se notan. El autor desaparece. Al encontrar las palabras justas ha conseguido que lo importante sea el tema, lo que ocurre, el objeto. Los dos últimos versos son una alteración abrupta con respecto al ritmo de los tres anteriores. Pero están perfectamente integrados a través del sentido. Los pensamientos son como el viento leve que se marcha. No tienen importancia. Lo importante es ver, tocar, vivir. Pensar es una traición a lo que el hombre es en relación a la naturaleza, una cosa más. Esto es lo que nos quiere decir Pessoa.

Lo que yo aprendo:
1)      El poema transporta, lleva a un lugar. Lo hace creando imágenes.
2)      Cuidado con la vanidad. El poema es más importante que el autor. El autor sobra. Es, como la carabina que acompaña a una pareja, molesto cuando se entromete en la relación lector/obra.
3)      El poema concreta un pensamiento. Es la mayor dificultad de la poesía, encontrar la imagen que explique nuestra reflexión sin intento de convencer con argumentos. Para eso está la filosofía.

Publicadas por ingrid odgers a la/s 1:47 a.m. 
Etiquetas: Características de un buen poema, notas ingrid odgers

CÓMO RECONOCER UN POEMA VANGUARDISTA


A continuación, veremos algunas señales que nos permiten identificar un texto de vanguardia. Antes de pasar a ver estos modos de reconocimiento, hay que señalar dos cosas: en primer lugar, que no puede decirse que un poema sea vanguardista porque su autor perteneció alguna vez a las van­guardias. Hubo innumerables autores (como Jorge Luis Borges, Pablo Neru­da y el mismo César Vallejo) que pertenecieron durante una época de su vi­da a las vanguardias pero que después las abandonaron. En segundo lugar, estas características pueden darse todas juntas o por separado y no siempre son suficientes para definir si un poema es o no de vanguardia.

Reconocimiento contextual: Hay un reconocimiento exterior al poe­ma que tiene que ver con la época en la que fue escrito, dónde fue publi­cado, si el autor pertenecía a las vanguardias. Si bien esto indica que se trata de un poeta vanguardista, nos dice muy poco sobre el poema.

Reconocimiento visual: A menudo, los poemas vanguardistas le otor­gan mucha importancia a la visualidad y a la espacialidad de la letra escri­ta. Uso de versos esparcidos por la página, palabras que forman imágenes, utilización de diferente tipos de letras.

Reconocimiento formal: Los poemas de vanguardia evitan las reglas tradicionales del quehacer poético: la versificación regular, la rima, las for­mas consagradas como el soneto. "Piedra negra sobre una piedra blanca", de César Vallejo, un soneto con versos endecasílabos, no sería vanguardis­ta, aunque sí puede percibirse la herencia vanguardista en la audacia de las imágenes o la violencia que se ejerce sobre el lenguaje (tan frecuente en este autor).

Violencias sobre el lenguaje: La violencia sobre el lenguaje poético se ejerce de dos maneras: o se introducen palabras ajenas al lenguaje poé­tico o se violan algunas reglas de la sintaxis.

Así se dieron los primeros pasos de la vanguardia, aunque el momento de explosión definitiva coincidió, lógicamente, con la Primera Guerra Mundial, con la conciencia del absurdo sacrificio que ésta significaba, y con la promesa de una vida diferente alentada por el triunfo de la revolución socialista en Rusia. 

Aunque no de forma rigurosa, el surrealismo apareció en escritores españoles y sudamericanos. Aleixandre o Lorca escribieron obras que se pueden denominar surrealistas. Lo mismo sucedería en autores americanos como el Pablo Neruda de "Residencia en la tierra". 

En conclusión, las vanguardias fueron corrientes de postulados innovadores e incluso radicales que dejaron una huella particular en jóvenes autores de orígenes y obras diversas. 

Por otro lado, nacieron en Hispanoamérica otros "ismos", autóctonos. El "ismo" americano por excelencia es el "Creacionismo", cuyo promotor fue el Chileno Vicente Huidobro. De España importaría Borges el ultraísmo. Así pues, las resonancias de las innovaciones vanguardistas también afectaron a los poetas hispanoamericanos.
El primer caso es bastante fre­cuente en las poesías de Oswaldo de Andrade y Oliverio Girondo; lo segun­do se observa claramente en los poemas de César Vallejo. 


POETAS VANGUARDISTAS

Pablo Neruda
César Vallejo
Oswaldo de Andrade
Oliverio Girondo
Vicente Huidobro 

En la primera mitad del veinte publican en Sudamérica poetas posmodernistas, poetas "de la negritud", poetas "puros" y vanguardistas. Junto a ellos, publicaron tres poetas de obras muy personales, de una calidad literaria excepcional, que recibieron varias influencias, especialmente de una vanguardia, el surrealismo.

Comenzaremos por citar al peruano César Vallejo (1892-1938). Comenzó con una poesía modernista, al estilo de Darío, pero siempre desde un nuevo punto de vista muy innovador. En 1922, con Trilce, supera el modernismo y es influido por las vanguardias. Ésta es su obra maestra. Con exquisitez, construye un poemario complejo y distorsionad.

Uno de los poetas más leídos y renombrados de todo el siglo es el chileno Pablo Neruda (1903-1973), logra componer un libro innovador y a la par tradicional en los temas amorosos. Dejan también en él huella las vanguardias, como en Residencia en la tierra y también los temas sociales como en Canto general.
Se podría de decir que todos estos poemarios, de tendencias distintas, guardan en común la universalidad de un autor sobresaliente.

Quizás la obra más trascendente y destacable de la poesía hispanoamericana sea la del mexicano, Octavio Paz (1914-1998).
Su poesía se centra en el origen del conocimiento y la realidad, en el nacimiento de las propias palabras. Su poesía es existencial y de una calidad literaria apabullante.

El arco y la lira de Octavio Paz






 La Palabra Dicha
   Octavio Páz

LA PALABRA se levanta
De la página escrita. 
La palabra, 
Labrada estalactita,
Grabada columna 
Una a una letra a letra.
El eco se congela 
En la página pétrea.

Ánima,
Blanca como la página,
Se levanta la palabra.
Anda 
Sobre un hilo tendido 
Del silencio al grito, 
Sobre el filo 
Del decir estricto. 
El oído: nido 
O laberinto del sonido. 
Lo que dice no dice 
Lo que dice: ¿cómo se dice? 
¿Lo que no dice?
Tal vez es bestial la vestal.
Un grito
En un cráter extincto:
En otra galaxia,
¿Cómo se dice ataraxia?
Lo que se dice se dice
Al derecho y al revés.
Lamenta la mente
De menta demente:
Cementerio es sementero,

Simiente no miente.




Una poética ensayística

En 1956 aparece la primera edición de El arco y la lira . Octavio Paz cuenta con 42 años y un prestigio como poeta y ensayista. La década de los cincuentas marca en México un cambio fundamental, el país intenta una industrialización, el poder político es dejado por los militares a los civiles y la ciudad de México se deslumbra con un incipiente cosmopolitismo del que harán novela, entre otros, Carlos Fuentes. México vive un tiempo feliz que le durara escasamente una veintena de años. Hasta 1968, para ser precisos (xxi).

En este momento, los años 50-70, se produce una literatura que refleja la época y también el influjo de OP en ella. Según afirma Armando Pereira, la literatura producida por la Generación de Medio Siglo (xxii), se nutre de la poética que Paz propone en El arco y la lira:

Compartían (los miembros de la Generación de Medio Siglo) demasiadas cosas para mantenerse ajenos entre sí: no sólo una misma voluntad de escribir, sino también una concepción semejante de la literatura. En 1956 se había publicado un libro de ensayos de Octavio Paz que fue esencial para todos ellos: El arco y la lira. En este libro hay un capítulo en particular —"La revelación poética"— en el que Paz analiza una serie de conceptos ligados a la poesía —lo sagrado, la otra orilla, la parte nocturna del ser, la noción de cambio o de metamorfosis, la otredad, la extrañeza, el vértigo, la revelación, el rito, la reconciliación— que ellos inmediatamente hicieron suyos extendiéndolos al cuento y la novela, al grado de convertirlos en una especie de poética inicial del grupo" (xxiii).
Pereira menciona que la Generación de medio siglo hace una "especie de poética" del libro de OP. Creo que el libro mismo es, por un lado, una propuesta poética y, por el otro, una propuesta ensayística.

En El arco y la lira OP reflexiona sobre la poesía y el poema. De ahí que las conclusiones a que llega le sirvan como una propuesta poética. En ella destacan conceptos como ritmo, revelación poética e inspiración. Los veremos al detalle adelante por ello no me detengo mayormente. El libro también propone una ensayística; es decir, una forma de desarrollar el género: la espiral. Ignoro si es original o no, pero sin duda en la propuesta existe una intención estética precisa: mostrar todos los posibles ángulos del problema sin "pasarlos", sin dejarlos de lado, conservándolos a la vista con tan sólo mirar hacia arriba o abajo de la reflexión. Como en una escalera espiral o, de caracol, como se le nombra en México, Paz desciende o asciende —según el ángulo del lector—, por una serpentina reflexiva que irremediablemente lo regresa al mismo sitio, si bien en distinto plano. Todo aquel que haya caminado por una de estas escaleras conoce la sensación de vértigo y confusión que se produce en ella, sobre todo si hay un tanto de bruma u oscuridad que no permita precisar cuánto se ha ascendido o descendido. Algo similar sucede con el ensayo de OP El arco y la lira. La bruma está dada por el inmenso universo de su conceptos: la otredad, por ejemplo, en los que las reflexiones del problema parecen repetirse hasta el infinito en todos sus planos posibles y que hacen surgir la duda sobre si "esto" que está diciendo OP ya lo he leído (se lo he leído) en alguna otra parte... ¿de este libro o de otro? La duda se ahonda por la repetición de conceptos que no precisan algo específico, como: la Poesía, y que nos dejan la sensación de que Paz está hablando de cosas inmensas, inconmensurables, infinitas: tales como la poesía cautiva en un cuadro, y al mismo tiempo, si esto es posible, de cosas tangibles como los colores y sombras del mismo cuadro. El libro de Jorge Aguilar Mora La divina pareja (xxiv), en donde el autor se enfrasca en un análisis de los conceptos historia y mito, tradición y ruptura tratadas por OP, son un claro ejemplo de la polémica que despierta este manejo discursivo del ensayo.

Por eso he llamado "ensayística poética" a la proposición, a las proposiciones que contiene El arco y la lira. No solamente lo uno o lo otro, sino ambas: poética y ensayística.

Encuentro que la propuesta poética es reflexiva, se reflexiona en el texto sobre la poesía; en tanto que la propuesta ensayística es discursiva, se da en el discurso del texto.

Señalé al inicio que me centraría en dos conceptos que encuentro en el libro: el uno, la poesía es un más allá, una otredad, y, el otro, el mundo es un equilibrio de los contrarios. Como veremos adelante ambos conceptos son pilares de la propuesta poética ensayística de Paz.

El primero de ellos OP lo menciona abiertamente en variadas composiciones: la poesía dice algo que está mas allá de las palabras: "El decir poético dice lo indecible" (p. 112); lo sobrenatural es un más allá donde se encuentra lo otro: "La experiencia de lo sobrenatural es la experiencia de lo Otro" (p. 129); aquel poema pleno de poesía es un algo más, un además: "El poema es poesía y, además, otra cosa. Y este además no es algo postizo o añadido, sino un constituyente de su ser" (p. 185).

En el último fragmento citado se encuentran partes del otro concepto del que hablaré: los contrarios que se complementan para existir, o sea, el complemento de un ente integral, unido en y por sus contrarios: ser y no ser: "no es (este además)... sino un constituyente de su ser". Otras formas de aludir a los contrarios son las siguientes: los contrarios se necesitan "La experiencia de lo Otro culmina con la experiencia de la Unidad. Los dos movimientos contrarios se implican... Cesa la dualidad" (p. 133); en la poesía se conjugan racionalidad e irracionalidad, ser y no ser "En la creación poética pasa algo parecido (al amor): ausencia y presencia, silencio y palabra, vacío y plenitud son estados poéticos... Y en todos ellos los elementos racionales se dan al mismo tiempo que los irracionales..." (p. 141); "Todo es y no es" (p. 129).


Propuesta poética esencial

La propuesta poética central es: la poesía es la forma de la vida: "El poema es un caracol en donde resuena la música del mundo y metros y rimas no son sino correspondencias, ecos, de la armonía universal"(p. 13). Forma de la vida que revela a este mundo y por ello al mundo de la otredad: "La poesía revela este mundo; crea otro"(p. 13).

Esta propuesta de Paz presenta varias interpretaciones posibles: 1) la vida existe gracias a la poesía; 2) la poesía es la gran partitura universal; 3) la vida es poesía; 4) la poesía es la interpretación humana de la esencia de la vida; 5) la poesía es el camino hacia el más allá de la vida; 6) la poesía es el más allá de la vida.

En cada una de estas posibles interpretaciones destaca un elemento, un concepto que relaciona vida y poesía; utilizo el mismo orden numérico:

1) la vida es consecuencia de la poesía. La poesía aquí se asume como el ente creador de la vida; una suerte de dios inicial al que todo lo vivo le debe su existencia. Los elementos que formarían a este dios serían, entre otros: la armonía, el ritmo, la imagen.

2) la vida está guiada por un plan poético plasmado en una partitura que ha de cumplirse, con la conducción de un director que sería dios y unos ejecutantes que serían los hombres. Por su calidad de intérpretes y su naturaleza humana, los hombres podrían equivocar la interpretación de la partitura incurriendo en desviaciones o errores. En esta lectura no queda claro el destino.

3) Vida y poesía son una sola cosa y se manifiestan juntas. No hay diferencia entre ambas.

4) La poesía es la clave para entender la vida. Aquí reaparecen los elementos de ritmo y armonía, pero queda pendiente el destino.

5) Existe un más allá de este mundo y la poesía nos permite alcanzarlo. El influjo teológico es evidente en esta lectura.

6) El más allá en realidad está aquí y se manifiesta en la poesía.

En el conjunto que forman las interpretaciones se advierten algunas constantes, de las cuales destaca: se surge o se llega a la vida a través de la poesía. Este planteamiento transforma a la poesía en una teología. Diría en "Poesía de soledad y poesía de comunión": "Poesía, religión y sociedad forman una unidad viviente y creadora en los tiempos primitivos. El poeta era mago y sacerdote; y su palabra era divina" (xxv). No resulta extraño así que los elementos que Paz atribuye a la poesía sean los mismos que sustentan las teologías: palabra, inspiración, unión, revelación, gozo, más allá. Con ello Paz pretende devolver a la poesía una vigencia, hoy perdida, de elementalidad humana. Sin la poesía —nos dice—, al igual que sin la teología, los humanos seríamos —quizá lo somos ya— menos humanos. Y la persona humana es la base de nuestro desarrollo como especie. Si perdemos la poesía, como si perdemos la teología, terminaremos por dejar de ser humanos. No dejaremos de ser "seres" sino que dejaremos de serlo de manera "humana". Este planteamiento se halla en otros ensayos, dice en La llama doble:

Los males que aquejan a las sociedades modernas son políticos y económicos pero asimismo son morales y espirituales. Unos y otros amenazan al fundamento de nuestras sociedades: la idea de persona humana. Esa idea ha sido la fuente de las libertades políticas e intelectuales; asimismo, la creadora de una de las invenciones humanas: el amor... El diálogo entre la ciencia, la filosofía y la poesía podría ser el preludio de la reconstrucción de la unidad de la cultura. El preludio también de la resurrección de la persona humana, que ha sido la piedra de fundación y el manantial de nuestra civilización. (P. 340).
Si la poesía es la forma de la vida, ¿cómo se manifiesta? En el poema, por supuesto, pero también en toda actividad humana. Quizá inspirado en ello Vicente Quirarte me dijo un día, palabras más o menos: "En todo hay poesía. Hay poesía cuando lavamos el vaso en que bebimos y con ello le agradecemos el servicio que nos brindó".

Para Paz la poesía no se circunscribe al poema, de hacerlo no lograría alcanzar su dimensión universal y la pretendida trascendencia humana que lo lleva a imaginarla como "caracol en donde resuena la música del mundo". ¿Qué más es? En la primera línea de El arco y la lira así lo dice: "La poesía es conocimiento, salvación, poder y abandono" (xxvi). Las tres primeros elementos coinciden nuevamente con la teología: dios es conocimiento, poder y salvación; sin embargo, ¿podemos imaginar al "abandono" como una cualidad divina? Difícilmente. Esta cualidad es exclusivamente humana y más bien es una cualidad que nos abre la posibilidad de alcanzar lo humano. Dios no se abandona, se destruiría, pero sí abandona, nos abandona y con ello nos proporciona la posibilidad de la humanidad. La otra faceta del abandono, la unión, reunión, nos haría de nuevo dioses.

Abandonarse tiene dos caras: una ascendente y otra descendente. El abandono es una posibilidad exclusivamente humana; sólo nosotros podemos abandonarnos; es decir, renunciar, ceder, abdicar a nuestra condición animal humana para alcanzar la dimensión de persona humana o bien, lo contrario, renunciar a nuestra posibilidad de persona y quedarnos tan sólo con lo animal. Este sería un abandono "descendente".

Existe otra forma de abandono, el "ascendente", donde abandonarse nos lleva a la posibilidad de unirse con lo original: la deidad. Este es el tipo de abandono al que se refiere Paz en la primera línea de El arco y la lira.

Se completa así la propuesta poética esencial del libro: La poesía es la forma de la vida y se compone de conocimiento, salvación, poder y abandono. La vida como la poesía es un tramado de conocimiento, poder, salvación y abandono.

Paz lo define diciendo: "Para algunos el poema es la experiencia del abandono; para otros el del rigor. Los muchachos leen versos para ayudarse a expresar o conocer sus sentimientos, como si sólo en el poema las borrosas, presentidas facciones del amor, del heroísmo o de la sensualidad pudiesen contemplarse con nitidez. Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: ya lo llevaba dentro". (p. 24).

NOTAS:

El arco y la lira. México, Fondo de Cultura Económica, 1986, p. 22.
Primeras letras (1931-1945). México; Vuelta, 1988.
"Piedra de sol" en Libertad bajo palabra. México; FCE, 1990.
Op., cit.
Op., cit., fragmento, p. 252.
Op., cit., p. 102.
El laberinto de la soledad. México; Cuadernos Americanos, 1950.
Itinerario. México; Fondo de Cultura Económica, 1993.
Ibid, p. 14-15.
La llama doble. México; Círculo de lectores/Fondo de Cultura Económica. OC v. X, p. 211 352.
Los hijos del limo. Colombia; La oveja negra; 1974.
Op., cit., p. 7.
"Poesía de soledad y poesía de comunión" en Las peras del olmo. México; Origen-Seix Barral, 1984. (Obras maestras del siglo XX, 39) p. 83-93.
Op., cit., p. 25.
Esta particularidad de abundar en un tema años después de un artículo nos habla de su retomar sus obsesiones. Algo similar hará con La llama doble libro que define como una continuación, desarrollo y profundización de los conceptos que expone en un artículo previo sobre el tema del erotismo titulado "Un más allá erótico: Sade en OC v. X México; Círculo de lectores/Fondo de Cultura Económica., p. 43-74.
Op., cit., p. 85.
Idem.
Ibid, p. 86.
Idem.
Op., cit. P. 83.
Para abundar véase Pereira, Armando. "La generación de medio siglo: un momento de transición de la cultura mexicana" en Revista mexicana de literatura. Vol. 6 No. 1, 1995, p. 187-212.
Que incluye entre otros a Juan García Ponce, Huberto Batis, Juan Vicente Melo Salvador Elizondo, Sergio Pitol e Inés Arredondo.
Ibid, p. 200-201.
Aguilar Mora, Jorge. La divina pareja. Historia y mito en Octavio Paz. México; Era, 1991. 226 p.
Op., cit., p. 89.
Op., cit., p. 13.
Este texto forma parte de un estudio de mayor envergadura que presento como tesis para obtener el grado de Maestro en Literatura Iberoamericana, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.
© Patricio Eufraccio Solano 1997

La lectura y el cerebro