Una fantástica jornada poética.
Presentación
Oleajes
Por
Ingrid Odgers:
Languidecemos
por la espera hasta secársenos la lengua…El edificio.
No
hay posibilidad alguna de renacer, reanimarse, resucitar. No hay horizonte.
Mira,
imaginemos:
Supongamos que
una persona se encuentra en el medio del campo, sin ninguna construcción cerca
ni tampoco árboles o grandes plantas. Al mirar a lo lejos, observará que,
llegado un punto, la superficie terrestre parece encontrarse con el cielo: esa
unión es el horizonte. A veces la vemos a lo lejos como una mancha rojiza que
nos parece bella.
Nuestra
poeta no ve horizonte…entonces, nos encontramos en las antípodas de ese título
de la película LA VIDA ES BELLA.
Ustedes
entenderán…
Otro
verso más:
En la mano de
la mujer descansa la aguja de los remiendos…El Edificio
La
mujer construida en este poemario se mueve con destreza entre lo lánguido y el
remiendo. Es una voz cansada, triste que grita desolación, grita por una
palabra sincera, honesta. El camino ha sido asaltado por un cúmulo de
decepciones, y también de dolores. ¿Cómo no sentirnos identificadas? Es
realmente imposible.
Su
inmersión en lo surrealista, calibramos con certidumbre y elocuencia, porque
realiza un logro plausible, tenemos acá unos versos:
No hay
consistencia en estas horas... Las Horas
En donde la
rutina se despelleja
Las culebras
crían alas
Las vísceras
van creciendo en ligamentos
La sangre se
congela condenada y azul…
Podemos
sentir esa decepción, esa rutina que nos va matando lentamente…
Y
la poeta Riveros Fuentealba, nos alumbra, nos aclara, logra introducirse en
nuestra piel, porque hay una voz y un talento poético innegable.
Es
tiempo que ustedes disfruten su obra.
Muchas gracias.