La
puerta esperanzadora del dolor
“Creo en mi corazón
el que yo exprimo para teñir
el lienzo
de la vida…”.
Credo. Gabriela Mistral
Quisiera aquietar las
aguas de las tormentas de este siglo con tantos sonidos, detener el tiempo,
esos tiempos que, en estas páginas gracias a esta gran escritora, poeta,
ensayista y editora, podemos dilucidar.
La gran poeta italiana
Alda Merini nos recuerda - “… no tengo miedo de haber inventado esta mujer, no
quiero que sea mi calamidad. Por esto le doy la espalda. Pero no puedo hacer
menos que encontrarla…”
Y es en esta novela de característica
absolutamente realista llevada de la mano verdadera y profunda de Odgers un juicio testimonial de la vida de una mujer
que en la templanza de cada ventana abierta vive la realidad más clara de su
propia existencia : por una parte en el lugar donde ella a temprana edad vislumbra
ese norte de su claridad sexual despertando el ser que no es distinto ni menos diáfano
de lo que cada mujer vivimos, es solo esa diferencia de amor muchas veces mal percibida
por esta sociedad envuelta en el anfiteatro
romano de las máscaras juzgadoras, esa
bestia saliendo a la arena sin comprender la diversidad del poder fuerte en
uniones de espíritus, en el vínculo universal de almas más allá de los
discursos académicos, es la poesía encarnada en la vida de cada ser es la
estrofa de las metáforas que nos llaman a servir en distintas opciones
enaltecedora de quienes tienen una profunda libertad de espíritu y amor, sobre todo de amor, ese amor que traspasa los límites de
la palabra para ser y vivir en el alma de quien amamos danzando en las
liras de nuestras propias rimas. Amor que en esta novela tiene nombre, figura y
la realidad más sublime, noción y vivencia de lo que es el don más preciado, El
Amor, simple palabra tan mal usada y tan llena de vida cuando quienes hemos
experimentado la verdadera y profunda dimensión en el ser amado; un querubín en
la cita de todo enamorado. Navegamos así por el hermoso timón de estas raudas
letras, recibiendo notablemente en su conjunto cultural, el tiempo de
experiencias tan esenciales llenando el vaso de agua de lo que somos y regamos
en este confinamiento donde se ha dibujado la existencia humana en sus diversos
momentos, con los matices más dispares, pero aun en su realidad tan dura y
fuerte cruzan los limites experimentales
de todos los pinceles tónicos en que de
alguna manera hemos ido trazando en este gran cuadro pandémico.
Ingrid Odgers nos lleva a las cavernas escondidas de un tiempo vivido con la
mayor claridad y vehemencia. Un relato de una profunda oralidad sumergiéndonos
desde un vaso de whisky a la tristeza de ese adiós de Ximena, ese camino transitado
donde hemos dejado cada uno de nosotros el dolor de las huellas en el gran
misterio de la muerte, desgarro que solo pudo ser narrado hoy en la voz de este
hablante lirico, pues en un lenguaje nuestro nos configura las notas de un
puzzle vivido por una mujer en la lucha de su identidad esa fuerza que nos
convoca en la lectura de todas sus verdades.
Quisiera recordar los cuentos de Bocaccio en
la época de la peste de Venecia como fueron capaces ellos de dar vida a relatos
que nos acompañan hasta hoy. Pero Ingrid
va más allá, nos tira de ese timón desnudo por el mar donde cada uno de
nosotros hemos navegado en este tiempo tan absurdo y cruel llamado Pandemia.
Nos relata la vida en sus distintas formas, pecados, dolores, enfermedades, un
diseño en acuarelas casi translucidas de lo que cada uno en este país tan largo
y a veces amargo somos capaces de plasmar. No debo dejar de mencionar la gran
admiración de la autora por la poetisa Gabriela Mistral recordando estos
versos… - “Donde haya un árbol / que plantar, plántalo tú. / Donde haya un
error que / enmendar, enmiéndalo tú/
Donde haya un esfuerzo que/ todos esquivan, hazlo tú. / Sé tú el que aparta/ la
piedra del camino” … - En estas páginas nos sorprende la escritora hablando en
primera persona de todos los momentos oscuros de la vida y como galopando por
estos versos Mistralianos descubrimos la entereza de todas las mujeres capaces
de sobrevivir y transformar nuestro universo con la profundidad de una vasija
plagada de temblores que nacen de todas las miradas, ella logra llevar el agua
que vierte vida.
Una mujer escritora,
fuerte y vulnerable como un puñado de lo que somos todas en este mundo, una
mujer que es capaz de ser insolente, pero honesta. Gabriela Mistral nos
despierta siempre en sus escritos esta misma luz, el camino donde desde el alba
se deben derribar los ingratos muros de la verdad de una sociedad como la
nuestra, donde las renuncias son muchas veces las alas de una profunda soledad.
Pero ella Ingrid Odgers lucha para ver y ser testimonio de lo que hoy cada
madre, hermana, hija, amante, amiga entrega a los suyos en los diáfanos encuentros
de este relato.
Estas páginas están
llenas de humanidad, fortaleza y la fuerza eterna de la valentía. El escritor
español Luis García Montero nos recuerda: - conciencia de las herencias -; y en
esta novela de modo sorprendente guía nuestra mirada ante la mayor verdad de la
poesía y la prosa vivida en todo su legado, dejando una ventana abierta a lo
que como sociedades universales hemos vivido. El desgarro del amor enfrentado a la
profundidad de la fe a la elocuencia de la mirada más allá de todas las
verdades, al poder que ejerce el destino frente a la pérdida de un hijo, porque
en su gran empatía de mujer nos vemos en el espejo de su sabiduría. Es la vida
en todos sus efímeros y reales momento, es el camino que cada héroe persistente
debe andar, es la montaña oscura en cada uno de nosotros debe ser rayo
iluminador con la fuerza de las espadas que devuelven la vida en pensamiento y
amor. Así son estos desafiantes relatos,
no son viento de soplo, son espuma que no cambia su razón.
Solo resta recordar las
palabras introductorias anunciadas por el poeta: - En el medio del camino de la
vida, me encontré en una selva salvaje oscura… - en estos relatos somos capaces
de salir del infierno de Dante y dejar que la escritora nos hable: …- Solo una
lección, vivir el presente y vivirlo en paz, supongo que es la obediencia que
el destino exige” …
Nos enaltece al
descubrir el llamado de ser luz cada día sabiendo que aquí entre los bosques y
el río podemos decir que el destino con una autora de este tamaño tiene solo
una estrella de fin.
Susanna
Pallavicini
Escritora
-editora
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